“Es más fácil aterrizar una idea loca, que crear algo innovador con una idea más tradicional”

Me senté a conversar con Elvira Montero, gerenta comercial de Bsale, sobre cuáles son las experiencias que más la han marcado, cómo se abrió camino en el mundo de la tecnología y cuáles son los principales aportes de las mujeres al momento de concretar proyectos.

- Tiempo de lectura 5 min -

Las verdes hojas de una monstera -planta decorativa de interior que tiene un estilo bien particular- y los anteojos de marco azul de Elvira fueron los primeros detalles que me llamaron la atención en nuestra videollamada, la que recibió desde su oficina en Puerto Varas, una de las ciudades del sur de Chile conocidas por promover emprendimientos locales. Equipo de trabajo

Elvira junto al primer equipo de colaboradores de Bsale.

El camino recorrido durante sus años de formación profesional y personal tiene distintos matices: desde reconocer que en un principio era “ñurda” -alguien a quien le cuesta hacer cierta tarea- para la computación, y peor después para la programación, hasta ser invitada a paneles internacionales de tecnología como una voz femenina referente en el área.

Hablando de las dificultades que ha tenido que enfrentar, la ingeniera comercial de la Universidad Católica de Chile me contó, en un característico ritmo pausado, que “al menos a mí, como mujer en tecnología, me costó mucho y hasta hoy me cuesta derribar esa barrera que existe o ese inconsciente colectivo de que la mujer no tiene conocimientos en esta área. Siempre, los primeros 5 o 10 minutos de todas las conversaciones se tratan de demostrar que puedes pensar y que tu opinión es tan valiosa como la de otras personas en la mesa”.

Eso sí, lo aborda desde un lado positivo, como parte de las experiencias propias de partir un emprendimiento “inusual” para una mujer hace más de 17 años, porque ahora el panorama es diferente para las actuales y futuras generaciones:

“Nuestras generaciones más jóvenes no tienen ningún complejo con respecto a esto. Han demostrado que se puede ser mujer y trabajar en tecnología y han abierto posibilidades a las generaciones que vienen, porque por ejemplo para mi hija, que tiene 22 años, esto no es un tema complicado. Mi realidad es totalmente distinta a la de las niñas y las mujeres de ahora. ¡Y eso es maravilloso, porque el aporte de valor y creatividad para el mundo es gigante!”, exclamó Elvira, quien cree que las cualidades femeninas más valiosas “para hacer que los proyectos lleguen a puerto y para captar las necesidades de usuarios o clientes” son la empatía, la organización y la capacidad de escuchar.

cuadrado Seguir avanzando cuadrado

Pese a que ha habido avances en cuanto a la presencia femenina en ambientes históricamente masculinos, las cifras revelan que todavía falta bastante por hacer. De hecho, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) subrayó hace unos meses que la proporción de mujeres graduadas de carreras CTIM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemática) no superaba el 40% en esa región.

¿Qué hacer? Si bien hoy existen muchos programas para incentivar la participación de ellas en la tecnología, Elvira piensa que sería bueno dar mayor visibilidad a las mujeres que se han lanzado a estas aguas: “Porque si yo crezco en un ambiente donde veo que la vecina trabaja en una empresa de biotecnología, que mi mamá trabaja en tecnología, etc. Tengo ejemplos inspiradores”, me dijo.

En el caso de la integrante de Endeavor, la mayor comunidad de emprendedores de alto impacto a nivel mundial, la motivación para entrar al área tecnológica nació del sueño de no tener que ir más al supermercado, cuando corría el año 1999.

“Por problemas familiares, a mí me tocó ir al supermercado desde los 13 años. Tenía que traer las cosas para la semana y, por supuesto, la primera vez llegué con puros chocolates; fue un desastre”, recordó riendo, quien añadió que 10 años después de su debut en esta tarea ya no quería saber más del tema.

Y es que para ella “no hay nada más aburrido que hacer la lista del supermercado, ir a comprar y dedicar dos horas todas las semanas a eso. Entonces, soñaba con pedir las cosas haciendo un clic y que alguien me las trajera a la casa. Estar ahí, tomando bebida en mi escritorio sin moverme, y que llegaran las cosas”.

Aunque hoy esta posibilidad es real y muy popular, a la entonces estudiante -a punto de titularse- le dijeron que era una idea descabellada. Eso sí, su proyecto tuvo un buen recibimiento por parte de su casa de estudios, lo que le dio un impulso para seguir adelante con la tecnología.

Así, Elvira se inscribió en un curso de programación y luego se asoció con una amiga diseñadora para hacer sitios web. Posteriormente, se dio cuenta que los clientes buscaban más que un sitio bonito y se unió a su hermano Gustavo, quien es economista agrario y entonces estaba terminando un postgrado en Optimización.

Elvira y Gustavo

Elvira junto a Gustavo, haciendo una presentación..

En ese nuevo proyecto, ella se hacía cargo del marketing y de la administración, mientras Gustavo programaba o -como le gusta decir a Elvira- “hacía que la magia ocurriera”. Juntos, empezaron a desarrollar software a medida para grandes firmas, hasta que se dieron cuenta de lo desatendidas que estaban la pequeña y mediana empresa. Fue entonces que los Montero decidieron -en 2010- cambiar su modelo de negocio, pasando del desarrollo de programas a medida al arriendo de software.

“Ahí nuevamente nos trataron de locos”, me contó Elvira. Pero tras algunos porrazos -cosas que no salieron bien-, ese giro pavimentó el camino para la realidad actual de los hermanos, quienes arriendan su software de ventas, Bsale, a más de 10 mil empresas de Chile, Perú y México.

cuadrado ¿Cuál es la fórmula? cuadrado

Detrás de esta historia de emprendimiento exitoso, Elvira me explicó que hay grandes medidas de perseverancia, empatía y curiosidad.

“Yo al principio era ñurda, ñurda, ñurda para la computación. Pero así, mal. Imagínate que en la universidad, cuando yo estudié, recién se empezaron a tomar los ramos en estas pantallas negras con el cursor blanco que hacía tit, tit, tit y todos histéricos porque tenías 10 minutos y tenías que tomar los ramos. Yo sufría con el computador, pero mal”, me confesó la profesional, mientras sonreía y a la vez parecía revivir ese estrés.

Y la pesadilla no terminó ahí, sino que se intensificó cuando hizo el curso de programación: “No me resultaba nada al principio, absolutamente nada. Yo apretaba enter y eran puros mensajes rojos. Alerta, warning, mal, mal, mal. Todo mal, pero de a poco fui aprendiendo. Por eso, yo creo que para emprender hay que ser perseverante y no frustrarse, porque obviamente las cosas nunca resultan a la primera”.

Otro ingrediente clave para desarrollar un buen emprendimiento es, para la ingeniera, la empatía, ya que ayuda a identificar qué necesitan las personas. “Y también hay que tener esa curiosidad de estar siempre investigando y queriendo aprender más cosas. Yo creo que eso también ha sido súper importante para mí, el querer estar constantemente aprendiendo y tener interés en ver cómo resuelven las cosas en otros lados y pensar cómo lo haría yo”.

Tal como hace su hermano, la emprendedora destacó que su principal fuente de inspiración fue su padre, quien “siempre estaba pensando cómo hacer las cosas de una forma mejor e innovando. Viajaba por el mundo buscando las mejores soluciones para desafíos que visualizaba”. De este modo, por ejemplo, fundó el resort Las Tacas, en la región de Coquimbo. Éste tenía un concepto muy distinto a los demás proyectos inmobiliarios de su época.

cuadrado Innovar sin miedo cuadrado

Además de las cualidades y el esfuerzo a nivel personal, Elvira considera que para que una empresa llegue a soluciones innovadoras debe contar con equipos diversos y no se refiere sólo a un tema de género, sino que también a que haya personas de distintas edades y nacionalidades.

Elvira y Equipo bsale Puerto Varas

Parte del equipo de Bsale en Puerto Varas, celebrando Navidad.

“Yo creo que es súper importante la diversidad, para poder tener ideas distintas. Tiene que haber equipos mucho más creativos, que piensen más fuera de la caja y también tiene que haber un equipo que aterrice las cosas y que las lleve a la realidad. Tener esas dos fortalezas y también tener un modelo de trabajo, ayuda muchísimo”.

Su trayectoria en tecnología también le ha enseñado a la profesional que es crucial que “las personas se sientan cómodas y seguras en su ambiente de trabajo, ya que si todo el mundo se ríe cuando yo digo algo, me va a ser imposible aportar ideas a ese equipo”. Y esto cobra mayor relevancia si se considera que, como mencionó también, “es mucho más fácil aterrizar una idea loca y traerla a la realidad que, a partir de una idea más convencional y tradicional, llegar a algo que sea innovador”.